Un total de 506 jóvenes y adolescentes, de entre 16 y 34 años, de 1.205 encuestados, opinan que consumir alcohol cuando se sale, ocasiona más problemas que el cannabis. Además, otros 72 sujetos se sumarían a ese conjunto cuando se les pregunta por el consumo en días laborales. Estas son algunas de las conclusiones que ha arrojado el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, centro privado e independiente creado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), en su investigación Tendencias de cambio en la representación del cannabis. La perspectiva de adolescentes y jóvenes españoles. El 60% de los encuestados considera al cannabis "una sustancia peligrosa", sin embargo creen que cada vez hay una visión más mayoritaria que la califica de "accesible, cercana y visible". El 45% considera que la opinión sobre el cannabis ha mejorado en los últimos años debido a la mejor calidad de la información sobre ella, en internet. Se ha observado una "legalización de facto social" debido a la convivencia con la planta, afirma Eusebio Megías, director técnico del centro.En cuanto a los hábitos de consumo, 723 personas (60%) estiman que debería estar permitido para los adultos pero Ignacio Calderón, director general del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud y de la FAD, puntualiza que ante todo "hay que educar a los jóvenes" ante eventualidades futuras. 750 encuestados (62%) estarían de acuerdo con una tendencia liberalizadora en cuanto a la venta; 777 jóvenes (64,5%) mantienen la postura liberal en cuanto al cultivo.El grupo de estudio estima que las personas que consumen con frecuencia cannabis son individuos con problemas (38%), irresponsables (31%) o que pasan de todo (30%). Un 54,7% asegura que mejoraría su opinión sobre un amigo/a en caso de que dejase de consumir.La probabilidad de tener problemas legales por consumo se debate entre el 60% a favor y un 9,5% que la califica de nula o bastante improbable. Este hecho contrasta con una inmensa mayoría del 68,3% que no conoce los movimientos internacionales en la regulación de la sustancia; un 20,1% los considera positivos, un 4,8% cree que son ineficaces o peligrosos y el 6,8% no contesta.
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jueves, 1 de junio de 2017
el alcohol es un estimulante o un depresivo
El alcohol es un depresor del Sistema Nervioso Central, que pertenece al grupo de sedantes junto con los barbitúricos y las benzodiacepinas.
Está clasificado como depresivo, lo que significa que disminuye las funciones vitales, lo que resulta en lenguaje mal articulado, inestabilidad de movimiento, percepciones alteradas e incapacidad para reaccionar con rapidez.
En cuanto a la forma en que afecta a la mente, el alcohol se comprende mejor si se ve como una droga que reduce la capacidad de la persona para pensar de forma racional y distorsiona su capacidad de juicio.
unque se clasifica como depresivo, la cantidad de alcohol que se consume determina el tipo de efecto que tiene. Mucha gente bebe por el efecto estimulante, como en el caso de una cerveza o un vaso de vino que se toman “para animarse”. Pero si una persona consume más de lo que el cuerpo puede tolerar, entonces experimentará el efecto depresivo del alcohol. Empezará a sentirse “torpe” o perderá coordinación y control.
Una sobredosis de alcohol provoca efectos depresivos mucho más severos (incapacidad para sentir dolor, intoxicación que obliga al organismo a vomitar el veneno, y finalmente inconsciencia o, peor aún, coma o muerte provocada por una grave sobredosis tóxica). Estas reacciones dependen de la cantidad de alcohol que se consuma y de la rapidez con que se consuma.
Está clasificado como depresivo, lo que significa que disminuye las funciones vitales, lo que resulta en lenguaje mal articulado, inestabilidad de movimiento, percepciones alteradas e incapacidad para reaccionar con rapidez.
En cuanto a la forma en que afecta a la mente, el alcohol se comprende mejor si se ve como una droga que reduce la capacidad de la persona para pensar de forma racional y distorsiona su capacidad de juicio.
unque se clasifica como depresivo, la cantidad de alcohol que se consume determina el tipo de efecto que tiene. Mucha gente bebe por el efecto estimulante, como en el caso de una cerveza o un vaso de vino que se toman “para animarse”. Pero si una persona consume más de lo que el cuerpo puede tolerar, entonces experimentará el efecto depresivo del alcohol. Empezará a sentirse “torpe” o perderá coordinación y control.
Una sobredosis de alcohol provoca efectos depresivos mucho más severos (incapacidad para sentir dolor, intoxicación que obliga al organismo a vomitar el veneno, y finalmente inconsciencia o, peor aún, coma o muerte provocada por una grave sobredosis tóxica). Estas reacciones dependen de la cantidad de alcohol que se consuma y de la rapidez con que se consuma.
jueves, 25 de mayo de 2017
El alcohol daña el cerebro adoslescente
Los adolescentes han bebido alcohol durante siglos, pero el que hasta ahora había sido un debate social y moral podría no tardar en centrarse en la neurobiología. Los costes de un consumo elevado a una edad temprana parecen ir mucho más allá del tiempo que roba el alcohol a los deberes, el riesgo de peleas o accidentes y las dificultades que añade al crecimiento. Cada vez más investigaciones indican que el alcohol provoca más daños al cerebro en desarrollo de los adolescentes de lo que se solía creer, y les causa unas lesiones significativamente mayores que al cerebro de los adultos.
Aunque son preliminares, los hallazgos han echado por tierra la suposición de que la gente puede beber mucho durante años sin sufrir lesiones neurológicas significativas. Y la investigación incluso apunta a que un gran consumo de alcohol a una edad temprana podría socavar precisamente las capacidades neurológicas necesarias para protegerse del alcoholismo.
Los nuevos descubrimientos pueden ayudar a explicar por qué las personas que empiezan a beber a una edad temprana corren un enorme riesgo de convertirse en alcohólicas. Según los resultados de un sondeo realizado en Estados Unidos entre 43.093 adultos y publicado el 3 de julio en Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine, un 47% de las personas que comienzan a beber alcohol antes de los 14 años desarrollan una dependencia en algún momento de su vida, en comparación con un 9% de aquellos que esperan como mínimo hasta los 21 años. La correlación se mantiene incluso cuando se tienen en cuenta los riesgos genéticos de alcoholismo.
La prueba más alarmante de daño físico proviene de experimentos de laboratorio con cerebros de ratas adolescentes sometidos a grandes cantidades de alcohol. Esos estudios observaron importantes daños celulares en el cerebro anterior y el hipocampo. Y, aunque no está claro hasta qué punto pueden aplicarse directamente esos hallazgos al ser humano, existen ciertas pruebas que indican que los alcohólicos jóvenes pueden sufrir déficit análogos. Por ejemplo, los estudios realizados durante los últimos ocho años por investigadores de San Diego descubrieron que los adolescentes alcohólicos obtienen malos resultados en pruebas de memoria verbal y no verbal, concentración y ejercicio de las habilidades espaciales, como las necesarias para leer un mapa o montar una estantería.
"Ahora no cabe duda de ello: el consumo excesivo de alcohol en la adolescencia entraña consecuencias cognitivas a largo plazo", afirma Aaron White, catedrático adjunto de investigación del departamento psiquiátrico de la Universidad de Duke y coautor de un estudio reciente sobre consumo extremo de alcohol en campus universitarios. "Evidentemente, hace cinco o 10 años no sabíamos que el alcohol afectaba al cerebro adolescente de forma distinta", señala White, que también ha participado en la investigación de Duke sobre los efectos del alcohol en ratas adolescentes. "Ahora existe una sensación de urgencia. La situación es la misma que cuando todo el mundo se dio cuenta de lo malo que era que las mujeres embarazadas tomaran alcohol".
Una de las dos zonas cerebrales que se sabe que se ven afectadas es el hipocampo, una estructura crucial para el aprendizaje y la memoria. En 1995, el grupo del neuropsicólogo Scott Swartzwelder del Duke y el Veterans Affairs Medical Center de Durham, al que pertenece White, observó que las ratas que se encontraban bajo los efectos del alcohol tenían muchos más problemas que las ratas adultas achispadas cuando se les pedía repetidamente que localizaran una plataforma sumergida en una bañera de agua turbia y que nadaran hasta ella.
Swartzwelder afirma que es probable que en adolescentes humanos unos mecanismos neuronales análogos expliquen las lipotimias, una pérdida de memoria para los acontecimientos que se producen durante una noche de gran consumo de alcohol sin pérdida del conocimiento.
Toren Volkmann, de 26 años, es un estudiante de la Universidad de San Diego que a los 14 años empezó a beber copiosamente casi todos los fines de semana, y a los 24 años ingresó voluntariamente en una clínica para someterse a un programa de tratamiento del alcohol. "Para mí era algo habitual padecer una lipotimia al menos una o dos veces cada fin de semana cuando estaba terminando el instituto, y por supuesto en la universidad; no le daba ninguna importancia", dice Volkmann, coautor, junto con su madre, Chris, de From binge to blackout [De la borrachera a la lipotimia]
. Otras investigaciones han descubierto que, aunque las ratas adolescentes alcohólicas se vuelven más sensibles a la discapacidad de la memoria, sus células del hipocampo responden menos que las de los ejemplares adultos al neurotransmisor ácido gamma-amino-butírico (GABA, siglas en inglés), que ayuda a inducir tranquilidad y somnolencia. Este mecanismo celular puede ayudar a explicar la observación que realizaba Jack London en John Barleycorn: las memorias alcohólicas de que cuando era un adolescente podía seguir bebiendo mucho tiempo después de que sus compañeros adultos se hubieran quedado dormidos.
"Sin duda, algo cambia en el cerebro cuando está expuesto al alcohol de forma temprana", dice Swartzwelder en una entrevista. "Es un arma de doble filo y ambos filos son malos. Los adolescentes pueden beber mucho más que los adultos antes de estar lo bastante dormidos como para dejarlo, pero por el camino están perjudicando sus funciones cognitivas con mucha más intensidad".
En 1998, Sandra Brown y Susan Tapert, psicólogas clínicas de la Universidad de California, San Diego, descubrieron que los jóvenes de 15 a 16 años que dijeron haberse emborrachado como mínimo en 100 ocasiones obtuvieron unos resultados significativamente peores que sus compañeros abstemios en pruebas de memoria verbal y no verbal. Los adolescentes, que estuvieron sobrios durante las pruebas, se habían emborrachado un promedio de 750 veces a lo largo de sus cortas vidas. "El consumo elevado de alcohol durante la adolescencia está asociado con unos déficit cognitivos que empeoran si dicho consumo prosigue hasta la adolescencia tardía y los primeros estadios de la vida adulta", afirma Tapert.
Dos estudios con resonancia magnética, uno de ellos realizado por Tapert, han descubierto que los adolescentes que consumen mucho alcohol presentan un hipocampo significativamente menor que el de sus homólogos sobrios. Pero, según los investigadores, también es posible que quienes consumen mucho alcohol tuvieran un hipocampo más pequeño incluso antes de empezar a beber. Los adolescentes que consumen mucho alcohol también podrían utilizar el cerebro de forma distinta para compensar sutiles lesiones neurológicas, dice Tapert. Un estudio publicado en 2004 que utilizó resonancias magnéticas funcionales, observó que los adolescentes que abusan del alcohol y que se sometieron a una prueba espacial mostraron una mayor activación de las regiones parietales del cerebro, hacia la zona anterior del cráneo, que los adolescentes abstemios.
Tapert plantea la hipótesis de que cuando los bebedores son más jóvenes, el cerebro ha sido capaz de reclutar a zonas más amplias para esa tarea. "Éste es un cálculo bastante fiable de los primeros estadios de un trastorno neuronal sutil, y es probable que se pueda rectificar si la persona deja de beber", señala.
TRASTORNOS EN LA MOTIVACIÓN
Además de en el hipocampo, el alcohol también parece provocar daños graves en las zonas frontales del cerebro adolescente, que son cruciales para controlar los impulsos y reflexionar sobre las consecuencias de las acciones, unas capacidades de las que carecen muchos adictos y alcohólicos de todas las edades.
En 2000, Fulton Crews, un neurofarmacólogo de la Universidad de Carolina del Norte, sometió a ratas adolescentes y adultas al equivalente a una borrachera de cuatro días y luego les practicó una autopsia, seccionando el cerebro anterior y rociándolo con una solución de plata para identificar neuronas muertas. Todas las ratas presentaron algunas células muertas en el cerebro anterior, pero el daño fue como mínimo el doble de grave en el cerebro anterior de las ratas adolescentes, y se produjo en algunas zonas que quedaron totalmente intactas en los ejemplares adultos.
"El alcohol provoca un trastorno en algunas zonas del cerebro esenciales para el autocontrol, la motivación y la fijación de metas", afirma Crews, y puede agravar vulnerabilidades genéticas y psicológicas ya existentes.
"El consumo temprano de alcohol afecta a un cerebro sensible de un modo que fomenta la progresión hacia la adicción", añade.
"Supongamos que usted ha sido detenido por conducir borracho y ha pasado varios días en la cárcel", comenta Crews. "Usted diría: 'No pienso volver a ir a toda velocidad ni conducir bebido', porque tiene la capacidad de sopesar las consecuencias y la importancia de una conducta. Eso es exactamente lo que los adictos no hacen".
jueves, 18 de mayo de 2017
Cómo se sabe si una persona es alcoholica
A la hora de beber te resulta difícil controlar las cantidades, puedes cambiar el tipo de trago o alcohol que consumes pero siempre que bebes terminas emborrachándote. Si no sabes cuándo parar esta es una clara señal de que tienes un problema con el alcohol.
Muchas personas se autodefinen como bebedores sociales: si necesitas o tomas un trago antes de empezar tu día, si a diario o muchas veces a la semana bebes varios tragos, si tu consumo de licor se sale de las situaciones sociales y lo haces incluso cuando te encuentras solo, entonces no eres un bebedor social, por el contrario podrías estar teniendo problemas con el alcohol.
Si tus familiares o amigos te han hecho observaciones acerca de tu forma de beber y tu te has molestado por los comentarios, si este aspecto es la causa de discusiones con quienes te rodean, es posible que los otros estén detectando un comportamiento que se sale de lo habitual.
Es normal que algunas situaciones nos hagan sentir la necesidad de beber un trago para relajarnos y olvidar por un momento los problemas, pero esta actitud no es la solución a ninguno de los conflictos que se nos presentan a diario. Si tu modo de beber te ha causado problemas en casa, en el trabajo o en otro lugar presta atención, esa es una de las señales del alcoholismo más claras.
¿Has intentado dejar la bebida durante algún tiempo sin conseguirlo?. Si la respuesta es afirmativa podrías necesitar ayuda para dar este importante paso y llevar una vida mucho más tranquila. Cuando no nos resulta posible dejar el alcohol ni siquiera por cortos períodos de tiempo, es posible que exista una adicción a la bebida que es importante atender antes que las complicaciones del alcoholismo comiencen a afectar tu salud y relaciones.
Cuando bebes ¿lo haces a un ritmo moderado o apresurado?. Si en una reunión social tomas un trago tras otro por miedo a que se acabe o a no poder beber lo suficiente, estás manifestando un comportamiento compulsivo respecto al alcohol que denota que existe una adicción. No bebes de forma moderada sino que al contrario te obsesionas con beber lo más que puedas para disfrutar de la mayor cantidad de alcohol durante la velada.
Cuando otros te abordan para aconsejarte o criticar tu forma de beber sueles responder que podrías dejarlo cuando quisieras, pero realmente al intentarlo fracasas pues no sabes cómo mantenerte sobrio por mucho tiempo.
Si además de todas estas señales has tenido varias lagunas mentales después de beber, te ausentas del trabajo, la universidad o de tus responsabilidades con frecuencia debido a la resaca y piensas que tu vida sería mucho mejor si supieras cómo beber o si no sintieras atracción por el alcohol, entonces presentas algunas señales importantes de adicción
No hay ningún motivo para sentir verguenza por tener un problema con la bebida, lo que si es importante es manifestar el deseo de cambio y dar el paso hacia adelante. Acude al Alcohólicos Anónimos más cercano a tu comunidad y comparte tu experiencia con otras personas que se sienten igual que tu, esto te ayudará a en gran medida.
Busca ayuda, la adicción al alcohol es un problema serio que no se resuelve por si solo y que además puede afectar tu salud de forma dramática. Tu voluntad es la diferencia entre llevar una vida más calmada y feliz o depender siempre de un trago para sentirte "pleno".
Muchas personas se autodefinen como bebedores sociales: si necesitas o tomas un trago antes de empezar tu día, si a diario o muchas veces a la semana bebes varios tragos, si tu consumo de licor se sale de las situaciones sociales y lo haces incluso cuando te encuentras solo, entonces no eres un bebedor social, por el contrario podrías estar teniendo problemas con el alcohol.
Si tus familiares o amigos te han hecho observaciones acerca de tu forma de beber y tu te has molestado por los comentarios, si este aspecto es la causa de discusiones con quienes te rodean, es posible que los otros estén detectando un comportamiento que se sale de lo habitual.
Es normal que algunas situaciones nos hagan sentir la necesidad de beber un trago para relajarnos y olvidar por un momento los problemas, pero esta actitud no es la solución a ninguno de los conflictos que se nos presentan a diario. Si tu modo de beber te ha causado problemas en casa, en el trabajo o en otro lugar presta atención, esa es una de las señales del alcoholismo más claras.
¿Has intentado dejar la bebida durante algún tiempo sin conseguirlo?. Si la respuesta es afirmativa podrías necesitar ayuda para dar este importante paso y llevar una vida mucho más tranquila. Cuando no nos resulta posible dejar el alcohol ni siquiera por cortos períodos de tiempo, es posible que exista una adicción a la bebida que es importante atender antes que las complicaciones del alcoholismo comiencen a afectar tu salud y relaciones.
Cuando bebes ¿lo haces a un ritmo moderado o apresurado?. Si en una reunión social tomas un trago tras otro por miedo a que se acabe o a no poder beber lo suficiente, estás manifestando un comportamiento compulsivo respecto al alcohol que denota que existe una adicción. No bebes de forma moderada sino que al contrario te obsesionas con beber lo más que puedas para disfrutar de la mayor cantidad de alcohol durante la velada.
Cuando otros te abordan para aconsejarte o criticar tu forma de beber sueles responder que podrías dejarlo cuando quisieras, pero realmente al intentarlo fracasas pues no sabes cómo mantenerte sobrio por mucho tiempo.
Si además de todas estas señales has tenido varias lagunas mentales después de beber, te ausentas del trabajo, la universidad o de tus responsabilidades con frecuencia debido a la resaca y piensas que tu vida sería mucho mejor si supieras cómo beber o si no sintieras atracción por el alcohol, entonces presentas algunas señales importantes de adicción
No hay ningún motivo para sentir verguenza por tener un problema con la bebida, lo que si es importante es manifestar el deseo de cambio y dar el paso hacia adelante. Acude al Alcohólicos Anónimos más cercano a tu comunidad y comparte tu experiencia con otras personas que se sienten igual que tu, esto te ayudará a en gran medida.
Busca ayuda, la adicción al alcohol es un problema serio que no se resuelve por si solo y que además puede afectar tu salud de forma dramática. Tu voluntad es la diferencia entre llevar una vida más calmada y feliz o depender siempre de un trago para sentirte "pleno".
jueves, 11 de mayo de 2017
A que edades se empieza beber alcohol
Uno de cada diez jóvenes de entre 12 y 18 años consume alcohol cada semana. Además, la edad media en la que los adolescentes comienzan a beber es de 13,7 años aunque los padres creen que el inicio es a los 15 años, según el estudio “Juventud y Alcohol” realizado por la Fundación Pfizer.
El 56,1% de los encuestados dijo comenzar a beber con amigos y lo hacen en gran parte por "probar" en el 37,1% de los casos.
Uno de cada diez jóvenes de entre 12 y 18 años consume alcohol cada semana, y poco más de un tercio, al menos una vez al mes, en tanto que las tasas se elevan entre los jóvenes de 16 y 18 años hasta un 22,8% y 61,7%, respectivamente.
El 17,7% de los chicos dice haberse emborrachado en el último año, porcentaje que asciende a casi un 50% entre los que tienen entre 16 y 18 años mientras que los padres lo creen así solo en un 5,2%.
En cuanto a las bebidas alcohólicas que consumen con más frecuencia el fin de semana, el 55,2% opta por licores de alta graduación mientras que sus padres creen que es así en el 36,8% y, en general, éstos indican unas tasas inferiores a las declaradas por sus hijos. El 24,1% de los padres piensa que sus hijos no compran alcohol, pero sólo el 12,7% de los jóvenes dice no hacerlo. El 39,4% dijo que lo adquiere en grandes o medianas superficies, el 19,9% en bares y el 11,3% en tiendas de "chinos".
Los jóvenes suelen beber en calles, plazas o parques, así lo afirma el 41,5% de los entrevistados y el 33,1% en una casa, propia o ajena.
Según el estudio, sólo uno de cada cuatro jóvenes que consume alcohol querría dejar de beber o, al menos, reducir su consumo, a pesar de que la mayoría de ellos afirma estar suficientemente informados sobre sus efectos y los problemas que causa.
La mayoría de los entrevistados dice no hablar nunca o casi nunca con sus padres sobre el consumo de alcohol, algo que se produce en mayor medida entre los jóvenes de 12 a 15 años, que entre los que superan esa edad.
En general los profesores hablan con sus alumnos de estos temas: el 10,4% muchas veces, el 16,6% bastantes veces y el 57,4% algunas veces.
En este sentido, casi siete de cada diez profesores aseguran que no trata este asunto en las conversaciones mantenidas con los padres de los estudiantes. Además, uno de cada tres dice haber detectado en clase falta de atención o bajo rendimiento a causa del consumo de alcohol.
En cuanto a las medidas para reducir la problemática, los profesores dan prioridad máxima al papel de la familia, muy por encima del que podrían jugar los poderes públicos o los propios centros de enseñanza.
El estudio fue realizado en base a 1.675 entrevistas realizadas a jóvenes españoles de entre 12 y 18 años, padres y madres, así como a profesores de ESO y Bachillerato.
El 56,1% de los encuestados dijo comenzar a beber con amigos y lo hacen en gran parte por "probar" en el 37,1% de los casos.
Uno de cada diez jóvenes de entre 12 y 18 años consume alcohol cada semana, y poco más de un tercio, al menos una vez al mes, en tanto que las tasas se elevan entre los jóvenes de 16 y 18 años hasta un 22,8% y 61,7%, respectivamente.
El 17,7% de los chicos dice haberse emborrachado en el último año, porcentaje que asciende a casi un 50% entre los que tienen entre 16 y 18 años mientras que los padres lo creen así solo en un 5,2%.
En cuanto a las bebidas alcohólicas que consumen con más frecuencia el fin de semana, el 55,2% opta por licores de alta graduación mientras que sus padres creen que es así en el 36,8% y, en general, éstos indican unas tasas inferiores a las declaradas por sus hijos. El 24,1% de los padres piensa que sus hijos no compran alcohol, pero sólo el 12,7% de los jóvenes dice no hacerlo. El 39,4% dijo que lo adquiere en grandes o medianas superficies, el 19,9% en bares y el 11,3% en tiendas de "chinos".
Los jóvenes suelen beber en calles, plazas o parques, así lo afirma el 41,5% de los entrevistados y el 33,1% en una casa, propia o ajena.
Según el estudio, sólo uno de cada cuatro jóvenes que consume alcohol querría dejar de beber o, al menos, reducir su consumo, a pesar de que la mayoría de ellos afirma estar suficientemente informados sobre sus efectos y los problemas que causa.
La mayoría de los entrevistados dice no hablar nunca o casi nunca con sus padres sobre el consumo de alcohol, algo que se produce en mayor medida entre los jóvenes de 12 a 15 años, que entre los que superan esa edad.
En general los profesores hablan con sus alumnos de estos temas: el 10,4% muchas veces, el 16,6% bastantes veces y el 57,4% algunas veces.
En este sentido, casi siete de cada diez profesores aseguran que no trata este asunto en las conversaciones mantenidas con los padres de los estudiantes. Además, uno de cada tres dice haber detectado en clase falta de atención o bajo rendimiento a causa del consumo de alcohol.
En cuanto a las medidas para reducir la problemática, los profesores dan prioridad máxima al papel de la familia, muy por encima del que podrían jugar los poderes públicos o los propios centros de enseñanza.
El estudio fue realizado en base a 1.675 entrevistas realizadas a jóvenes españoles de entre 12 y 18 años, padres y madres, así como a profesores de ESO y Bachillerato.
jueves, 4 de mayo de 2017
¿Por qué la gente bebe alcohol?
Herencia: Parece ser que existe una cierta predisposición genética a caer en la bebida. Esto no justificaría todos los casos. Además hay grandes bebedores cuyos antecesores han sido abstemios o viceversa.
Educación: La educación parece desempeñar una importancia mayor que la herencia en el desarrollo del alcoholismo. La falta de unos patrones adecuados en el hogar puede conducir al mal uso del alcohol. Es más normal que una persona desarrolle afición a la bebida cuando de joven ve que las personas mayores que le rodean lo hacen habitualmente.
Como una manera de conectar con los demás: Muchas drogas favorecen la relación social. Es bien conocida la costumbre inglesa de la hora del té, como una excusa para desarrollar la tertulia entre la familia o los amigos. Cada día son más abundantes los cafés donde el tomar una copa o una buena taza de café es una forma de intimar. Otras culturas, como los nativos sudamericanos, toman coca juntos para sentirse bien consigo mismos y con los otros miembros que forman el grupo. Las drogas cumplen una función social al conseguir que las personas pierdan la inseguridad personal y puedan estar más confiados con su interlocutor. No debemos olvidar aquí que muchos jóvenes entrar en el mundo de las drogas precisamente para no sentirse diferentes de los demás. Es una manera de sentir que el grupo al que ellos se acercan les acepta. La entrada al mundo del alcohol, el tabaco, la marihuana o el éxtasis, por ejemplo, se produce por este motivo.
El alcohol constituye la droga social más utilizada. Su uso se fomenta en la sociedad continuamente. Aparece publicitado en la televisión, relacionado con un modo de vida más libre y feliz. Es habitual tomar alcohol en los momentos importantes de la vida, durante las celebraciones más destacadas del año, etc. Todo ello hace que el individuo se sienta atraído hacia esta droga. Para no ser diferente de los demás, puede tener la necesidad de beber. Es muy difícil y requiere un esfuerzo personal no beber cuando la mayoría de las personas lo hacen. Es paradójico como una de las peores drogas que existen están tan valoradas socialmente.
- Para superar los problemas personales : Algunas personas beben para superar la tristeza, la depresión o la falta de felicidad personal. El alcohol o los narcóticos pueden constituir una puerta de escape a la infelicidad.
Educación: La educación parece desempeñar una importancia mayor que la herencia en el desarrollo del alcoholismo. La falta de unos patrones adecuados en el hogar puede conducir al mal uso del alcohol. Es más normal que una persona desarrolle afición a la bebida cuando de joven ve que las personas mayores que le rodean lo hacen habitualmente.
Como una manera de conectar con los demás: Muchas drogas favorecen la relación social. Es bien conocida la costumbre inglesa de la hora del té, como una excusa para desarrollar la tertulia entre la familia o los amigos. Cada día son más abundantes los cafés donde el tomar una copa o una buena taza de café es una forma de intimar. Otras culturas, como los nativos sudamericanos, toman coca juntos para sentirse bien consigo mismos y con los otros miembros que forman el grupo. Las drogas cumplen una función social al conseguir que las personas pierdan la inseguridad personal y puedan estar más confiados con su interlocutor. No debemos olvidar aquí que muchos jóvenes entrar en el mundo de las drogas precisamente para no sentirse diferentes de los demás. Es una manera de sentir que el grupo al que ellos se acercan les acepta. La entrada al mundo del alcohol, el tabaco, la marihuana o el éxtasis, por ejemplo, se produce por este motivo.
El alcohol constituye la droga social más utilizada. Su uso se fomenta en la sociedad continuamente. Aparece publicitado en la televisión, relacionado con un modo de vida más libre y feliz. Es habitual tomar alcohol en los momentos importantes de la vida, durante las celebraciones más destacadas del año, etc. Todo ello hace que el individuo se sienta atraído hacia esta droga. Para no ser diferente de los demás, puede tener la necesidad de beber. Es muy difícil y requiere un esfuerzo personal no beber cuando la mayoría de las personas lo hacen. Es paradójico como una de las peores drogas que existen están tan valoradas socialmente.
- Para superar los problemas personales : Algunas personas beben para superar la tristeza, la depresión o la falta de felicidad personal. El alcohol o los narcóticos pueden constituir una puerta de escape a la infelicidad.
jueves, 27 de abril de 2017
Que produce el alcohol a corto plazo
Los alcohólicos tienen déficit de memoria de trabajo dando lugar a dificultades, como recordar un número telefónico mientras lo está marcando”, dijo Sullivan. “Este estudio se centró en un proceso cognitivo fundamental en la vida diaria”, añadió Sara Jo Nixon, profesora en el departamento de psiquiatría de la Universidad de Florida. “El aprendizaje efectivo asociativo y los procesos de memoria, como aprender que dos elementos van juntos y recordar este enlace o asociación después, son esenciales para las interacciones exitosas en todo nuestro entorno personal y profesional. Aprender los nombres de nuevos amigos, colegas o conocidos es sólo un ejemplo de este tipo de aprendizaje, pero es de particular importancia social y personal.
Dentro del complejo de funciones desarrolladas dentro del cerebro, hallamos a la memoria. “El deterioro en las habilidades de la memoria puede tener consecuencias nocivas para el funcionamiento diario en un alcohólico”, destacaron Sullivan y Pitel, autoras del estudio. “En el trabajo, los alcohólicos que tienen una labor con alta carga cognitiva, pueden tener dificultades para aprender nuevas tareas. En casa, los trastornos de la memoria pueden ser considerados como falta de interés en la vida familiar y pueden dar lugar a conflictos”. El alcoholismo puede interrumpir el normal funcionamiento de la memoria antes de incurrir en la amnesia profunda del síndrome de Korsakoff.
La memoria episódica es el sistema de memoria que “archiva” eventos experimentados personalmente asociados a un contexto espacial y temporal precisos de la codificación, y parece tener una capacidad ilimitada. “Por ejemplo, la memoria episódica incluye recuerdos de vacaciones como: ‘cuando fui a París con mi marido, me comí un delicioso ratatouille para cenar en un restaurante muy lindo, recuerdo el lugar, cómo estaba vestida, y que me quemé la lengua cuando probé la comida’, dijo Sullivan, citando a Anne-Lise Pitel, autora principal. “Esos recuerdos son únicos para el individuo. La memoria episódica está alterada en algunos alcohólicos, que pueden tener dificultades para recordar una lista de compras, una ruta a un restaurante nuevo o nuevas asociaciones de nombres y rostros, tal como se encontró en un nuevo trabajo.” La memoria asociativa es un componente de la memoria episódica, agregó. Por el contrario, la memoria de trabajo es un sistema de memoria a corto plazo, con una capacidad limitada, lo que permite el almacenamiento temporal y la manipulación de la información, que se olvida rápidamente a menos que se haya consolidado en un sistema de almacenamiento a largo plazo.
Dentro del complejo de funciones desarrolladas dentro del cerebro, hallamos a la memoria. “El deterioro en las habilidades de la memoria puede tener consecuencias nocivas para el funcionamiento diario en un alcohólico”, destacaron Sullivan y Pitel, autoras del estudio. “En el trabajo, los alcohólicos que tienen una labor con alta carga cognitiva, pueden tener dificultades para aprender nuevas tareas. En casa, los trastornos de la memoria pueden ser considerados como falta de interés en la vida familiar y pueden dar lugar a conflictos”. El alcoholismo puede interrumpir el normal funcionamiento de la memoria antes de incurrir en la amnesia profunda del síndrome de Korsakoff.
La memoria episódica es el sistema de memoria que “archiva” eventos experimentados personalmente asociados a un contexto espacial y temporal precisos de la codificación, y parece tener una capacidad ilimitada. “Por ejemplo, la memoria episódica incluye recuerdos de vacaciones como: ‘cuando fui a París con mi marido, me comí un delicioso ratatouille para cenar en un restaurante muy lindo, recuerdo el lugar, cómo estaba vestida, y que me quemé la lengua cuando probé la comida’, dijo Sullivan, citando a Anne-Lise Pitel, autora principal. “Esos recuerdos son únicos para el individuo. La memoria episódica está alterada en algunos alcohólicos, que pueden tener dificultades para recordar una lista de compras, una ruta a un restaurante nuevo o nuevas asociaciones de nombres y rostros, tal como se encontró en un nuevo trabajo.” La memoria asociativa es un componente de la memoria episódica, agregó. Por el contrario, la memoria de trabajo es un sistema de memoria a corto plazo, con una capacidad limitada, lo que permite el almacenamiento temporal y la manipulación de la información, que se olvida rápidamente a menos que se haya consolidado en un sistema de almacenamiento a largo plazo.
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